martes, 17 de agosto de 2010

02 de Julio Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento

Carta Pastoral



A los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos ¡Salud y paz en el Señor!
"Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un mismo pan" (1 Cor 10, 17)
I. INTRODUCCIÓN
1."La Eucaristía edifica la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía" . Estas palabras de la Encíclica La Iglesia y la Eucaristía nos recuerdan el
vínculo entre la celebración del sacramento del Cuerpo y la Sangre del
Señor y la edificación del Cuerpo Místico. Por eso, la feliz iniciativa
del Romano Pontífice de celebrar un año en honor a la Eucaristía es
también ocasión para meditar sobre nuestra propia edificación como
comunidad cristiana que peregrina en las distintas iglesias
particulares de Venezuela.
2. Ya desde hacía tiempo el Papa nos venía preparando a esta celebración: al aproximarse el año 2000, expresó el deseo de que el Gran Jubileo fuese "intensamente
eucarístico" . En 1998, con la Carta Apostólica El Día del Señor ,
quiso recordar a la Iglesia universal la fundamental importancia de la
Eucaristía dominical como expresión más perfecta de la asamblea del
pueblo de Dios en torno a la mesa del Señor. El Jueves Santo de 2003
publicó la Encíclica La Iglesia y la Eucaristía, para establecer una
vez más a los ojos de todos el nexo indisoluble que une al Augusto
Sacramento con la naturaleza y vida de la Iglesia. Posteriormente, a
consecuencia de esta Encíclica, fue publicada la Instrucción El
Sacramento de la Redención , sobre la correcta celebración de la Santa
Misa.
Finalmente, en octubre pasado, el Papa nos dirigió el hermoso mensaje Quédate con nosotros, Señor , con el cual convocó
oficialmente el Año de la Eucaristía en toda la Iglesia Católica.
3. Como se verá más adelante, la Iglesia en Venezuela tiene un especial compromiso con Jesús Sacramentado, siendo nuestra Patria una nación
consagrada a Él. Este año nos depara una exclusiva oportunidad para
demostrarle nuestra pertenencia, y para profundizar en el amor a la
Eucaristía, de manera que su efecto se evidencie cada día más en
nuestra vida personal y comunitaria. Nuestra Carta va a ofrecer a la
Iglesia en Venezuela una reflexión sobre su experiencia eucarística,
con la proposición de actividades que nos hagan unirnos más a Jesús
Sacramentado.
II. NATURALEZA DE LA EUCARISTÍA.
a) Origen: la voluntad y el corazón de Cristo.
4. Nuestro Señor Jesucristo, queriendo perpetuar en el mundo su presencia como Verbo encarnado y dejarnos el memorial de su misterio pascual,
dispuso quedarse Él mismo, sacramentalmente presente bajo las
apariencias del pan y del vino. Él ya había prometido esta presencia en
el discurso del Pan de Vida (Jn 6) y la noche antes de padecer celebró
la Eucaristía en la cena de Pascua que tuvo con sus discípulos. Las
palabras "hagan esto en conmemoración mía" (Lc 22, 19), constituyeron a
los apóstoles en sacerdotes de la Nueva Alianza, para que celebraran el
mismo misterio que el Señor instituyó la víspera de su muerte.
5. La intención de instituir la Eucaristía la noche del Jueves Santo fue anticipar, de manera fraterna y sacramental, el sacrificio que el
Viernes haría Jesús de sí mismo en la cruz, pues la separación del pan
y el vino es signo de la muerte, es decir, de la entrega de su cuerpo y
el derramamiento de su sangre por nuestra salvación. Pero en la
Eucaristía no hay un cuerpo muerto, sino la persona del Verbo encarnado
en Cristo, en la misma humanidad física que tomó de la Virgen María, y
que vive para siempre después de su resurrección. La Eucaristía es,
pues, el memorial sacramental de la muerte del Señor en la cruz y de su
resurrección de entre los muertos (Cf. 1 Cor 11, 26). Es el mismo
sacrificio de la cruz, cuya eficacia santifica a los hombres de todos
los tiempos y lugares. La Iglesia profesa y predica que en la
Eucaristía está verdaderamente el Cuerpo y la Sangre del Señor, no de
manera simbólica y representativa, sino real. Allí está el Señor en
Cuerpo, Sangre, alma y divinidad.
b) El Sacramento de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y del cristiano.
6. La Iglesia vive de la Eucaristía, que encierra en síntesis el núcleo de su ser. En este sacramento ve realizada la promesa del Señor: "Yo estoy
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). La
presencia de este divino Sacramento ha marcado, desde sus inicios, los
días de la Iglesia, llenándola de esperanza . La Iglesia apostólica se
nos presenta como modelo de comunidad eucarística, pues los fieles "se
reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los apóstoles y
participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones"
(Hch 2, 42). La Misa, ofrecida por el sacerdote y participada por los
demás fieles, es nuestra oración más sublime, la más gozosa acción de
gracias, anticipo de la gloria celestial, alimento que fortalece a los
cristianos y causa de la unidad y de la fraternidad de la Iglesia . Por
eso el Concilio Vaticano II enseña que el Sacrificio eucarístico es
"fuente y cima de toda la vida cristiana" . Con el Santo Sacrificio de
la Misa, al hacer presente el único sacrificio de Cristo, la Iglesia
incluye la ofrenda de sí misma. Ella ha de encontrar la razón y el
vínculo de su unidad más sólida en la celebración eucarística.
7.La Eucaristía es llamada "sagrado banquete" , y es éste el aspecto más evidente de la celebración eucarística, puesto que este sacramento fue
instituido en el contexto de la cena pascual, y en consecuencia
conlleva en su estructura el sentido del convite. Se trata de un
banquete que expresa y alimenta la comunión. "Este aspecto expresa muy
bien la relación de comunión que Dios quiere establecer con nosotros y
que nosotros mismos debemos desarrollar recíprocamente" . La comunión
con Jesús Eucaristía no es auténtica si no comporta la comunión con los
hermanos.
8. Al recibir el Cuerpo del Señor, el cristiano entra en comunión con Él, es decir, en la unión más íntima con Dios que es posible en este mundo . El Señor mismo, el Creador de cielos y
tierra, viene a nosotros en la forma humildísima del pan y del vino
consagrados, para que nosotros, recibiéndolo con fe, vivamos de su
vida, caminemos en su presencia y gustemos anticipadamente la alegría
del banquete del reino . Para cada fiel cristiano, la recepción de la
Eucaristía se convierte en un "proyecto de vida", es decir, un modo de
ser fundamentado en las actitudes del mismo Jesucristo, que se ofreció
a sí mismo por nosotros (Cf. Fil 2, 5-8). Dentro de este contexto se
ponen de relieve las actitudes de obediencia a la Palabra, oblatividad,
sacrificio, comunión y solidaridad.
9. En la Iglesia antigua la Eucaristía normalmente se consumía dentro de la misma celebración, y sólo se reservaba para llevarla a los enfermos
y a los encarcelados. Esta reserva se hacía en privado, en estuches o
cofres preciosos. A partir del siglo XIII, el Santísimo Sacramento se
empezó a reservar también en las iglesias. De allí a la veneración
pública de la Eucaristía se pasó de manera sencilla y natural, pues si
reconocemos la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, y si
sabemos que esa presencia no es fugaz o momentánea, sino mientras
subsistan las especies , es lógico que dirijamos a la Eucaristía la
actitud de adoración que se debe a la presencia misma del Señor.
10. Surgen, pues, a partir de esa época, las manifestaciones de honra pública a la Eucaristía: la exposición del Santísimo Sacramento, las
procesiones por las calles, los himnos de alabanza a la Eucaristía, el
canto del Te Deum en presencia de la Divina Majestad, las horas de
adoración ante el Sagrario, el Monumento del Jueves Santo, las Cuarenta
Horas . De este culto decía Pablo VI: "Al ser conservada la Eucaristía
en las iglesias y oratorios, Cristo es realmente el Emmanuel, es decir,
el «Dios con nosotros». Porque día y noche está en medio de nosotros,
vive con nosotros, lleno de gracia y de verdad" .
III. LA EUCARISTÍA Y VENEZUELA
a) Aprecio por la Misa. Veneración al Santísimo Sacramento.
11. Como es natural, la celebración eucarística caracterizó la vida de las comunidades cristianas sembradas en el territorio venezolano desde la
llegada del Evangelio. El luminoso paisaje de nuestras playas, montañas
y sabanas, y más tarde humildes capillas de bahareque y paja fueron el
escenario de esas primeras eucaristías. En la ciudad de Coro, primera
sede episcopal de nuestro país, se conserva un monumento a la primera
misa celebrada en su suelo. En la secuencia de cinco siglos se
edificaron templos que acogieron con dignidad las celebraciones
litúrgicas, sobre todo la Misa. "Las celebraciones eucarísticas,
principalmente las dominicales y las festivas, son momentos de gran
participación de la comunidad cristiana: es el acto litúrgico por
excelencia, el más conocido y solicitado, que se une a las fechas y
circunstancias más diversas. Dentro de la vida de las comunidades
cristianas, la celebración de este sacramento se ha visto beneficiada
por distintas iniciativas que facilitan la participación" . La
Eucaristía ha sido origen y estímulo de la vida de fraterna comunión y
caridad de nuestras comunidades. A pesar de la escasez de sacerdotes en
diversas épocas y lugares, no ha disminuido en el pueblo el aprecio por
la Eucaristía y la sed de su celebración. En la actualidad es necesario
promover aún más este fervor eucarístico, que se ve amenazado por
factores adversos.
12. Desde el comienzo de nuestra evangelización se educó a los cristianos en el amor y la devoción al Santísimo Sacramento. El día del Corpus Christi es solemnizado
habitualmente con la procesión por las calles y los "altares"
arreglados por familias e instituciones. Se acostumbra dar gran
relevancia al "Monumento" del Jueves Santo, como una manera de honrar
la Eucaristía en el día de su institución . En muchas parroquias se
celebran cada año las Cuarenta Horas, y de forma periódica otros modos
de adoración al Santísimo Sacramento. Existen desde el siglo XVI
cofradías del Santísimo en diversas ciudades de Venezuela. Para
inculcar en el ánimo del pueblo la fe en la presencia real los
evangelizadores promovieron expresiones populares como los Diablos
danzantes, que han llegado a ser un elemento integrante de la cultura y
el folklore en varias regiones del país. La costumbre de llevar la
Eucaristía a los enfermos y el Viático a los moribundos tiene en muchos
lugares un sentido y solemnidad profundos, con ornato especial no
exento de belleza y devoción. Desde finales del siglo XIX se incrementó
con fuerza el culto y adoración a la Eucaristía, que culminó con la
consagración de la República al Santísimo Sacramento, y en 1907 con el
I Congreso Eucarístico Nacional. A mediados del siglo XX las diócesis y
los movimientos de apostolado promovieron campañas para la comunión
pascual, sobre todo entre los varones adultos, que con frecuencia
descuidaban la recepción de este sacramento.
13. Existe en Venezuela la costumbre de solemnizar con la exposición del Santísimo y el canto del himno Te Deum fechas históricas de la República, como
acción de gracias o súplica en fiestas patrias, en el comienzo de un
nuevo período de gobierno, así como en la superación de calamidades o
desgracias públicas. Aún hoy, pese al cambio de la sensibilidad social,
se conserva en muchos lugares esta costumbre, que señala con un acto de
fe las efemérides o las necesidades públicas. En ocasión de ciertas
solemnidades se suele entonar el Himno Nacional después de la
consagración.
b) Venezolanos que se destacaron por su devoción eucarística.
14. El pueblo cristiano ha participado siempre con alegría y sencillez en la celebración eucarística y ha cultivado la devoción al Santísimo
Sacramento. En este particular se han destacado ayer y hoy muchos
connotados católicos. Es conocida la acendrada piedad eucarística de la
Madre María de San José, primera beata venezolana. Ella decía que
prefería cualquier sufrimiento a verse privada un solo día de la
comunión. De manera semejante, muchos clérigos, religiosos y laicos nos
han dejado ejemplo luminoso de amor a Jesús sacramentado, entre los
cuales puede mencionarse al Venerable Dr. José Gregorio Hernández, a
los grandes prelados Juan Bautista Castro, Arzobispo de Caracas
(fundador de la Congregación de Siervas del Santísimo Sacramento),
Salvador Montes de Oca, Obispo de Valencia y Arturo Celestino Álvarez,
Obispo de Calabozo, así como a la Madre Carmen Rendiles, la Madre
Emilia de San José, la Madre Candelaria y muchos otros.
15. El Libertador, al igual que la mayoría de nuestros próceres, fue educado en la religión católica y en el aprecio de sus enseñanzas e
instituciones. De ello dio suficiente prueba durante sus campañas
militares y sobre todo en sus años de estadista. El Diario de
Bucaramanga, obra de Perú de Lacroix, narra detalladamente la vida de
Bolívar durante un breve período (desde el 2 de mayo hasta el 26 de
junio de 1828). Por ese Diario consta que el Libertador no dejó pasar
un solo domingo, durante esos meses, sin asistir a la Misa.
c) La Eucaristía en el arte y en la literatura.
16.No podía dejar de manifestarse la devoción eucarística en la composición de Misas y piezas musicales destinadas a honrar al Señor sacramentado,
como son diversos motetes e himnos, obra de nuestros compositores
antiguos y modernos. José Ángel Lamas, Juan de Meserón, Vicente Emilio
Sojo, Evencio Castellanos, Pedro Nolasco Colón y Juan Bautista Plaza
son estrellas de esta constelación de la música sacra venezolana. Sus
obras son parte del tesoro musical venezolano, que se ha ido
acrecentando a lo largo de los siglos, y que sigue enriqueciéndose con
nuevas composiciones.
17. De modo semejante, los artistas plásticos han encontrado en la Eucaristía un tema inagotable para sus obras, al representar no sólo las escenas evangélicas relacionadas con
este sacramento (multiplicación de los panes, Última Cena...) sino
también momentos importantes de la vida eucarística de los fieles, como
la celebración de la Misa, la primera comunión, el viático o las
procesiones con el Santísimo Sacramento. Tenemos deuda de gratitud para
Arturo Michelena, Cristóbal Rojas, Tito Salas, Cruz Armando Fagúndez,
varios pintores anónimos coloniales y los pintores populares
contemporáneos.
18. Nuestros literatos, clérigos y laicos, han dedicado piezas memorables de poesía y prosa a ensalzar el misterio eucarístico, o a poner de relieve las sencillas costumbres de nuestro
pueblo con respecto al Sacramento del Altar. En esta galería de divinas
palabras para la Eucaristía vemos a Cecilio Acosta, el Pbro. Carlos
Borges, Andrés Eloy Blanco, Ana Enriqueta Terán y Mons. Luis Eduardo
Henríquez Jiménez.
d) Venezuela, país consagrado al Santísimo Sacramento.
19. A finales del siglo XIX, después de la difícil situación que debió afrontar la Iglesia durante la Independencia y la primera época
republicana , y en vista de las nuevas perspectivas que se
vislumbraban, surgió la iniciativa de consagrar la República al
Santísimo Sacramento. El culto a Jesús sacramentado estaba teniendo
entonces gran incremento, especialmente desde la fundación de la
adoración perpetua en la Iglesia de Las Mercedes, en Caracas, en 1882.
Pero el principal propulsor de la consagración oficial fue el Pbro.
Juan Bautista Castro, capellán de la Santa Capilla, hombre ilustre por
muchos títulos y más tarde Arzobispo de Caracas. Para preparar este
homenaje fue constituida una Junta Nacional, la cual solicitó del
Episcopado Nacional, que consagrara a perpetuidad la República a Jesús
Sacramentado. Esta petición fue unánimemente acogida por los Obispos, y
así, el 2 de julio de 1899 el Arzobispo de Caracas, Mons. Críspulo
Uzcátegui, leyó por sí y en nombre de todos el Acto de la Consagración.
20. Es reconfortante comprobar cómo desde entonces la vida eclesial floreció en Venezuela. Ello se manifiesta en la creación de nuevas
diócesis, así como de seminarios e instituciones educativas de todo
nivel, el retorno de las órdenes religiosas y la fundación de
institutos femeninos de vida consagrada. Momento de singular
trascendencia fue la firma del Convenio entre la Sede Apostólica y la
República de Venezuela, instrumento jurídico por medio del cual se ha
regulado la relación Iglesia – Estado desde 1964 hasta nuestros días.
Desde entonces hasta hoy, la Iglesia ha realizado la reforma promovida
por el Vaticano II, fundó la Conferencia Episcopal Venezolana, y ha
planificado sucesivos planes conjuntos de pastoral; han florecido los
movimientos laicales y las vocaciones sacerdotales y religiosas. El
Santo Padre nos ha visitado en dos ocasiones, presidiendo
multitudinarias celebraciones de la Eucaristía nunca vistas.
Actualmente se lleva a cabo en nuestro país el Concilio Plenario
Nacional, con cuyas orientaciones la Iglesia en Venezuela espera
adentrarse en el III Milenio cristiano.
21. Muchos frutos de este renacer tienen que ver directamente con el culto al Santísimo Sacramento, a saber: la creación de institutos de vida consagrada con
un carisma específicamente eucarístico; la extensión de los movimientos
eucarísticos con análoga orientación; la fundación de santuarios para
la adoración perpetua en diversos lugares del país; la celebración de
los congresos eucarísticos de 1907, 1925 y 1956. El último de estos
congresos fue también el II Bolivariano.
IV. CELEBRACIÓN DEL AÑO DE LA EUCARISTÍA.
a) Nuestra actitud ante la Eucaristía.
22. Espiritualidad eucarística. Antes de programar diversas actividades relativas a este año festivo debemos revisar la calidad de nuestra fe y nuestra espiritualidad eucarística.
El Año de la Eucaristía propuesto por Su Santidad el Papa es una
oportunidad providencial para profundizar nuestro aprecio por ese
sacramento, para mantener en la gracia de Dios nuestra vida espiritual.
Es necesario que este año de la Eucaristía nos lleve a un nuevo
encuentro con Cristo, a adorarlo con mayor intensidad, y recibirlo con
mayor reverencia en el más grande de sus dones: su divina presencia en
nosotros mediante la Eucaristía, que nos llena de amor, de asombro y de
gratitud.. Cada vez que en la Eucaristía recibimos el Cuerpo y la
Sangre de Cristo revivimos la experiencia de los dos discípulos de
Emaús, que lo reconocieron al partir el pan (Lc 24, 31) . ¡Vamos a
buscarlo a lo largo de este año! ¡lo encontraremos de nuevo!
23. En la escuela de María, mujer eucarística. En la experiencia creciente de la presencia y el don de Cristo en la Eucaristía vemos la compañía
de María, mujer y madre eucarística . De ella nació aquel "verdadero
cuerpo" entregado en la cruz y servido en la mesa del pan eucarístico.
María es un don para nosotros, entregado por el Señor desde la cruz.
"Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica
también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros –a
ejemplo de Juan– a quien una vez nos fue entregada como Madre" .
24. Eucaristía, comunión eclesial y apostolado. El Papa nos dice que la profunda relación entre Iglesia y Eucaristía refleja también los orígenes apostólicos de una y otra . Nuestra
comunión eucarística con Cristo, Cabeza de la Iglesia, ha de verse en
la comunión eclesial: afectuosa comunión jerárquica de los obispos con
el Papa, Sucesor de Pedro, y entre sí; afectuosa comunión entre los
sacerdotes de cada diócesis; afectuosa comunión entre los bautizados de
cada parroquia, donde vivan la fraternidad cristiana y el gozo de
caminar unidos obrando la caridad y anunciando el Evangelio. El Año de
la Eucaristía nos debe recordar nuestra misión de hacer presente a
Cristo en nuestra comunidad y compartir con los demás el don de
salvación que nos ha otorgado. Como el Santo Padre ha dicho, "Todo el
que encuentra a Cristo en la Eucaristía no puede dejar de proclamar en
su vida el amor misericordioso del Redentor" . Invitamos, pues, a los
fieles católicos de Venezuela a hacer de la Santísima Eucaristía el
centro de sus esfuerzos evangelizadores y proyectos pastorales. Tenemos
la esperanza de que en este año llegaremos a ser más profundamente una
nación de corazón eucarístico. El compromiso personal de cada uno de
nosotros es fundamental para cambiar, para amar y servir.
25. Eucaristía y amor fraterno. En el contexto de la Última Cena, el Señor lavó los pies a sus discípulos, como signo de la actitud de servicio que ha de caracterizar a quienes
se acercan a su mesa (Jn 13, 1-17). Preguntémonos después de comulgar
¿la presencia eucarística de Cristo en nosotros se refleja en nuestra
vida cotidiana? ¿nuestra participación en la Eucaristía "nos impulsa al
amor al prójimo, al amor a todo hombre"? ¿Pueden los demás ver el
efecto de la Eucaristía en nuestro amor hacia ellos, nuestra
preocupación por difundir la paz y la fraternidad en nuestro entorno?
El amor que el Señor nos ha enseñado con su ejemplo en la Cruz y en la
Eucaristía debe renovar nuestras personas y comunidades, así como la
sociedad entera en que vivimos en sus diversos aspectos: morales,
educativos, científicos, culturales, laborales y políticos. Debe
manifestarse especialmente en el empeño de servir a todos, y con mayor
amor a los más pobres.
26. Eucaristía y sacerdocio: Sin el sacerdocio ministerial no habría Eucaristía y no habría Iglesia. Nuestra celebración del año de la Eucaristía debería hacernos
reflexionar en el sacerdocio como servicio a ese sacramento y a la
comunión eclesial. En La Iglesia y la Eucaristía el Papa clarifica el
lugar del sacerdocio: "es un don que (la asamblea) recibe a través de
la sucesión episcopal que se remonta a los Apóstoles" . Esto debe
hacernos insistir en la costumbre tradicional de orar por las
vocaciones sacerdotales ante la presencia del Señor sacramentado, sobre
todo en este año decretado por el Episcopado como tiempo especial para
la oración por las vocaciones y el trabajo por descubrirlas y apoyarlas.
27. Eucaristía y escatología. La Eucaristía, finalmente, es prenda y garantía de la vida eterna, y modo en que se hace presente en medio de nosotros la gloria del cielo.
En cada Eucaristía tocamos la esperanza que alienta nuestro caminar. En
ella envolvemos nuestra vida entera: la familia, el ministerio
sacerdotal, el trabajo, el gozo, el dolor y la alegría, presentándolo
todo con el pan y el vino transustanciados en Cristo. No obstante, la
Eucaristía nos recuerda cada día que nuestro patria definitiva no está
en este mundo, sino con Dios en Jesucristo. Así, en medio de los
acontecimientos, angustias y sufrimientos de esta vida presente, la
Eucaristía aviva nuestra esperanza y fortalece nuestra fe.
b) Actividades a nivel nacional.
28.Se solicitará a la Sede Apostólica la institución de la Fiesta litúrgica de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento, como recuerdo
del Gran Voto Nacional que nos vinculó de manera singular como nación a
Jesús Eucaristía. Esa fiesta se celebrará cada 2 de julio. Para ello
contamos con un formulario de Misa y Oficio divino presentado por la
Comisión de Liturgia y aprobado por la Conferencia Episcopal, y que
será presentado a la consideración de la Sede Apostólica.
29. Aparte de la celebración parroquial de las Cuarenta Horas en las fechas tradicionales para cada lugar, se tendrá en todas las parroquias una
exposición prolongada del Santísimo Sacramento los días 26, 27 y 28 de
mayo. Cada uno de estos días tendrá un tema específico: la institución
de la Eucaristía, la Eucaristía y la Iglesia, la Eucaristía y el
sacerdocio. Esta actividad culminará el día 29, solemnidad del
Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor, con una solemne procesión en cada
sede diocesana.
30. Se promoverán exposiciones de obras artísticas con tema eucarístico, así como conciertos y recitales en los que se ejecuten composiciones musicales antiguas y modernas en honor al
Santísimo Sacramento.
31. Culminaremos de manera solemne este año el día 22 de octubre, con una Misa concelebrada por el Episcopado Nacional en ocasión de la solemne clausura del Concilio Plenario de
Venezuela.
32. Anunciamos a todos los fieles católicos la celebración de un Congreso Eucarístico Nacional en el año 2006, para conmemorar el cincuentenario del Congreso Eucarístico de 1956. Será
éste un testimonio público de nuestra fe eucarística. Este Congreso
será precedido por actividades análogas en las diócesis o en las
provincias eclesiásticas.
33. Exhortamos a los institutos de vida consagrada, en especial a los que tienen un carisma específicamente eucarístico, a unirse a la celebración de este Año con
la participación en las actividades propuestas y con su propia
programación.
c) Actividades a nivel diocesano y parroquial.
34. Salva la competencia de cada obispo diocesano para promover en su Diócesis las actividades que tenga a bien para solemnizar el Año de la
Eucaristía, a continuación se hacen varias propuestas para ayudarnos a
poner la Eucaristía más plenamente en el centro de nuestras vidas y de
nuestra misión como Iglesia.
35. Estudio y profundización. Este año es una oportunidad para ilustrar y profundizar nuestra fe en la Eucaristía. Conviene que las instituciones educativas y las parroquias
organicen actividades para estudiar este sacramento en sus aspectos
bíblico, litúrgico y teológico. De modo particular es necesario dedicar
tiempo al estudio de los documentos magisteriales sobre la Eucaristía,
a lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre esta
materia y al documento del Concilio Plenario sobre La Celebración de
los Misterios de la Fe. Los sacerdotes y diáconos harán de la
Eucaristía un tema frecuente de su predicación . Insístase de manera
particular en la formación de los ministros extraordinarios de la
sagrada comunión, de acuerdo a las directrices de la Iglesia. En la
catequesis hágase lo posible por ayudar a las personas de todas las
edades a entender el significado de la Eucaristía y su lugar central en
la vida católica. Los catequistas planifiquen sesiones especiales sobre
la Eucaristía para los niños y jóvenes catequizandos. Recuérdese
siempre que la catequesis es presupuesto necesario para la debida
participación en las celebraciones sacramentales.
36. Celebración de la Eucaristía. Animamos a quienes dirigen nuestras parroquias y comunidades a hacer cada vez más de la celebración diaria de la Eucaristía la fuente y la cumbre de
la vida de fe y del compromiso de caridad fraterna . El año de la
Eucaristía es también un tiempo para revisar nuestro cumplimiento de
las normas litúrgicas. Es cierto que en la gran mayoría de las
parroquias se observan con fidelidad las normas sobre la celebración de
la Eucaristía y sobre la comunión. Sin embargo, el año de la Eucaristía
proporciona un tiempo propicio para revisar el decoro de la celebración
eucarística, su naturaleza comunitaria, la debida participación en
ella, así como las condiciones para recibir la sagrada comunión,
especialmente el estado de gracia del comulgante. Los sacerdotes,
diáconos, ministros y seminaristas procuren estudiar con detenimiento
la nueva Ordenación General del Misal Romano. De acuerdo a las
directrices emanadas por el Concilio Plenario, promuévanse en las
parroquias los equipos de liturgia, para incentivar una mejor
preparación de la liturgia en general y de la Eucaristía en particular
. De este modo nuestras celebraciones eucarísticas serán más
participadas, festivas, gozosas y significativas.
37. Especial relieve tendrán este año la celebración de la Misa de la Cena del Señor; la oración ante el Monumento; la Misa y procesión en el día del
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Dése una particular importancia a
la celebración de las primeras comuniones que se tengan a lo largo de
este año, así como a la comunión de los enfermos, inserta dentro de la
atención pastoral que se les presta.
38. El Día del Señor. El deber de asistir a la Eucaristía dominical es la lógica consecuencia de la centralidad de este misterio para la vida cristiana. Participar en
la celebración dominical de la Eucaristía no debe sentirse nunca como
una carga, sino como una invitación amorosa de nuestra Madre, la
Iglesia, a que nos alimentemos a la doble mesa de la Palabra y del Pan
de Vida. Como el Santo Padre nos ha recordado varias veces, el más
serio desafío a nivel parroquial es el de promover la participación en
la Misa dominical. Pedimos a los párrocos y demás agentes de pastoral
atender de modo especial a esta necesidad, y crear nuevos modos para
exhortar a los fieles a la práctica regular de su fe . Que la
Eucaristía parroquial sea ocasión de evangelización y poderoso estímulo
para ir en busca de los alejados. Hágase ver que el Señor los espera a
su mesa, y que su presencia y participación enriquecerá la asamblea
litúrgica.
39. Adoración eucarística y oración. Recomendamos que en las parroquias se dedique un tiempo diariamente a la adoración de Jesús en la Eucaristía . Algunas iglesias tienen la
adoración perpetua, la adoración nocturna, las Cuarenta Horas anuales o
al menos la Hora Santa del día jueves y de los primeros viernes:
esperamos que muchas más inicien estas hermosas devociones, "para
dedicar tiempo a la conversación espiritual, la adoración silenciosa,
el amor a Cristo presente en el Santísimo Sacramento" . La experiencia
demuestra que las devociones eucarísticas marcan una profunda
diferencia en el ambiente espiritual de una parroquia, así como un
notable incremento de la participación en la Misa y en los diversos
servicios parroquiales.
40. Es importante que las parroquias y centros pastorales lleguen a ser unas comunidades más fervientes de culto y adoración a Cristo presente en la Eucaristía. La meditación de
la Palabra de Dios, el rezo del Rosario, los cánticos y otras formas
aprobadas de piedad han conducido a muchos a una relación más cercana
con el Señor sacramentado. Es fundamental que las familias sigan
compartiendo la fe y la práctica eucarísticas, y la expresen en la
liturgia y en sus devociones domésticas.
41. Muchos jóvenes y niños no tienen experiencia personal de la adoración del Santísimo Sacramento. Aprovéchese el año de la Eucaristía para introducirlos en
el culto a la Eucaristía fuera de la Misa. Igualmente, estimúlese la
piedad de las personas mayores, que crecieron dentro de esta tradición.
Un medio óptimo para lograr este objetivo es la promoción de las
cofradías y demás movimientos eucarísticos.
42. La reserva del Santísimo Sacramento. Normalmente, en cada celebración eucarística debe consagrarse el pan que se ha de distribuir en la misma a los fieles. Recuérdese el sentido propio de la
reserva de la Eucaristía, cuyos fines principales son la comunión de
los enfermos y ancianos y la oración . En cada sagrario está Jesús,
para ofrecerse como compañía saludable para todos. Allí podemos acudir
siempre, para entablar un diálogo de amor con Él en cualquier
circunstancia. Las comunidades parroquiales revisen con mayor cuidado
el lugar donde se reserva la Eucaristía. ¿Es el Sagrario un sitio digno
para el Santísimo Sacramento? ¿La capilla del Santísimo es un lugar
adecuado para la plegaria silenciosa y recogida?
43. Eucaristía y Reconciliación. La Cuaresma es un tiempo particularmente apropiado para subrayar el nexo entre Eucaristía y Reconciliación. Con el fin de promover la conversión
personal necesaria en todos nosotros para participar en la Eucaristía,
establézcanse unos días especiales de Reconciliación, en los que los
fieles tengan a su disposición varios confesores. Esta oportunidad para
recibir el sacramento del perdón se añade a las confesiones ordinarias
a lo largo del año, las cuales deben ser debidamente promovidas en las
parroquias.
V. EPÍLOGO: UN ACTO DE FE.
44.Concluimos estas palabras haciendo nuevamente un acto de fe en la presencia real de nuestro Señor en la Eucaristía. Cada día, en los altares de nuestras
catedrales, iglesias y capillas diseminadas en todo el territorio
nacional Él se hace presente nuevamente para ser nuestro alimento en el
caminar hacia la Patria Eterna y para recibir el homenaje de nuestra
adoración. El mismo Señor sacramentado recibió, hace más de cien años,
el voto fervoroso de toda una nación, y sin duda ha venido derramando
sus bendiciones sobre ella, porque Dios no se deja ganar en
generosidad. En este Año en que la Iglesia universal recuerda de manera
especial el sacramento de la Eucaristía ¿acaso no tenemos los
venezolanos razones suficientes para dar gracias al Señor por su oculta
y misteriosa protección?
Pues bien, para nosotros, pastores y fieles, no sólo son motivo de reconocimiento y acción de gracias, sino también de una tranquila confianza en que esa bendición seguirá
favoreciendo a la Iglesia que peregrina en Venezuela, y que continuará
brillando sobre nuestra Patria el Sol de la Eucaristía, el cual
derramará también sus rayos benéficos sobre las generaciones venideras.
Con nuestra bendición
Los Arzobispos y Obispos de Venezuela
Caracas, 11 de enero de 2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario